Australia se enfrenta a una sequía como no había visto antes. Y con la falta de lluvia y el combate a los incendios forestales provocados por la sequía, las reservas de agua australianas se ven mermadas.
Los niveles de agua en 11 represas alrededor de la ciudad de Nueva Gales del Sur, el estado más poblado de Australia, disminuyen más rápido de lo que lo habían hecho en décadas anteriores y un estudio realizado por la University of South Australia indica que la situación es más grave de lo que se pensaba.
Las sequías son cada vez más prolongadas y la disminución de lluvias en otoño e invierno, que es cuando los sistemas de agua deberían recargarse, provocan que menos agua llegue a los embalses y exista un menor suministro de agua.
El día cero
Algunas regiones de Australia podrían quedar sin agua potable antes de que termine el año, a menos que llueva o se mejore la infraestructura del manejo del agua.
El Día Cero, marcaría el cierre del flujo de agua en los hogares y la necesidad de acudir a sitios locales de recolección para obtener agua.
Falta de agua en el mundo
Australia no es el único país que se ha enfrentado a un panorama así. En 2015 Sao Paolo, Brasil se declaró en estado de calamidad, pues sus reservas de agua estaban al 5%, pero una lluvia mitigó el problema y en 2016 declararon que la crisis había terminado.
En febrero de 2018 Ciudad del Cabo, Sudáfrica estuvo a punto de convertirse en la primera capital del mundo sin agua corriente. Este plazo se pudo prolongar con medidas que alientan al consumo de no más de 50 litros al día –para referencia, una descarga del inodoro gasta aproximadamente 9 litros–
El problema es que hemos tratado el agua como si fuera un recurso infinito, pero lo cierto es que estos eventos no son aislados y la amenaza de que estas ciudades queden sin agua enfatiza la necesidad de tomar medidas cuanto antes para el manejo del agua y la colaboración global para combatir el cambio climático antes de que la escasez de agua se convierta en una epidemia global.
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