Indígena mexicana gana concurso de fotografía

Ciudad de México, 30 Mayo.- Lo increíble de las fotografías es que siempre plasman un poco de nuestra esencia, gustos, pensamientos e ideas, por ello decidimos realizar esta galería de una indígena mexicana que ganó el concurso de fotografía Mujeres Indígenas y Seguridad Alimentaria de América Latina y el Caribe.

De un total de 96 fotografías hechas por mujeres indígenas la mexicana al igual que una peruana y guatemalteca se llevaron los reconocimientos.

Se trata de Jaqueline Roque Candelaria  perteneciente a un pueblo Zapoteco que con su trabajo logró cubrir el principal  objetivo de este concurso que era reflejar la relación de las mujeres indígenas con la tierra, su territorio y los recursos naturales que les garantizan la producción de alimentos para sus familias y la comunidad.

Sus fotos fueron exhibidas en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México como parte de la exposición titulada “Mujeres Indígenas de México: Tierra y Territorio”, sin embargo también pueden ser apreciadas a través del sitio web de la Agencia de Noticias de Mujeres Indígenas y Afrodescendientes.

Es esta galería recopilamos un poco del trabajo de Jaqueline en su comunidad.

Dentro de su Campaña Global para el Empoderamiento de las Mujeres Indígenas para el Hambre Cero, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) junto al Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) y la Agencia de Noticias de Mujeres Indígenas y Afrodescendientes (NOTIMIA) han organizado un concurso fotográfico en el que las imágenes debían estar tomadas por las propias mujeres. Esta fue una de las que recibió mención honorífica. "Las mujeres Mayas Pocomch’i participamos en nuestras comunidades en la ejecución de proyectos productivos. Soñamos un mundo sin hambre o malnutrición, donde mujeres, hombres, niños y niñas tengan igual acceso a alimentos nutritivos y sanos, así como acceso a los medios para producir, vender y comprar alimentos. Nosotras soñamos con un mundo libre de violencia por motivo de género donde los roles, responsabilidades, oportunidades sean iguales para hombre como para las mujeres".

Esta foto muestra a Rosenda, una de las mujeres tlahuica pjiekakjoo. En su mano izquierda, nos muestra el hongo de olotito o mazorquita (Morchellasp), una especie muy apreciada dentro del pueblo pjiekakjoo por su exquisito sabor. En la comunidad existe una parte de la amplia diversidad de hongos comestibles silvestres que aún se conoce, consume y comercializa. Nuestra comunidad es una de las comunidades más micófagas de México y el mundo, al consumir más de 160 especies de hongos comestibles. La mayoría de las mujeres de la comunidad aprendieron desde niñas a reconocer y recolectar los hongos comestibles silvestres, las veredas, los parajes, los tipos de bosques en los que fructifican, y el patrón fenológico gracias a la enseñanza de su madre. Según la FAO, existen cerca de 185 millones de mujeres indígenas en el mundo, quienes a través de actividades sociales y productivas contribuyen en gran medida al desarrollo sostenible de sus comunidades. Sin embargo, esta contribución no siempre es reconocida. Esta imagen recibió mención de honor.

"Las mujeres indígenas con discapacidad queremos ser vistas como agentes de cambio y contribuidoras en la erradicación del hambre, y solo podemos lograrlo cuando somos empoderadas y nos encontramos en igualdad de condiciones que el resto de las indígenas. El lema de la agenda 2030: 'no dejar a nadie átras' es nuestra inspiración", señala la autora de esta imagen del pueblo nahua, que recibió una mención de honor.

Desde el origen de los tiempos han sobrevivido mujer y maíz, ambas semillas de vida que cíclicamente se tejen al ritmo lunar. En el vientre del tiempo la semilla del maíz alimentó el espíritu del pueblo originario; la mano de la mujer transformó la semilla sagrada, gracias a ella el maíz se come, se muele, se bebe, se ríe, se canta, se teje, el maíz se sueña. Mujer-maíz, mujer semilla, mujer luna, mujer-madre-hija-abuela, mujer que siembra y enseña a sembrar, mujer que teje su cultura ancestral en el arte diario de vivir, mujer maíz. Esta imagen del pueblo camëntsa, en Colombia, recibió una mención de honor.

El amaranto es una semilla criolla nativa, rica en minerales, que contiene aminoácidos de alto valor biológico que ayuda a la memoria. Tras dos meses de trabajar la tierra, un grupo de 10 mujeres están listas para recoger la cosecha. Esta fotografía del pueblo kaqchikel en Guatemala también fue premiada con una mención honorífica.

"El chile es uno de los principales productos consumidos diariamente en México. La comunidad nahua de Tlaola produce tradicionalmente el chile serrano entre los meses de abril y junio. Los chiles rojos se dejan madurar en la planta y se secan bajo el sol. Se cultivan de manera agroecológica y luego los transforman en diferentes tipos de salsas para generar una alternativa económica para las mujeres, promoviendo un sabor ancestral bueno, limpio y justo que además comparten y pretenden heredar las futuras generaciones".

Otra fotografía con mención de honor, esta vez desde Otavalo (Ecuador): "La comida es el eje central de la cultura kichwa, a través de ella nos relacionamos con nuestra comunidad, con nuestros antepasados y con la Pachamama. Al migrar a Canadá luchamos mucho por mantener vivas nuestra cultura y tradiciones. Uno de mis recuerdos más tempranos fue cuando mi mamá me mando fritada a la escuela, los niños se burlaban del olor y de que diferente era mi comida. Esto es algo muy común que enfrentan niños de familias indígenas cuando están en espacios fuera de sus comunidades. La vergüenza de nuestra comida, aprendida desde pequeños, contribuye mucho a las decisiones alimenticias que tomamos de los adultos cambiando granos por productos procesados. Lo indígena por lo 'desarrollado".

Esta fotografía, que recibió el segundo premio, muestra a una mujer Maya Q´eqchi´ (de Guatemala) comadrona comunitaria. "En su bolsa siempre lleva su comida y agua, la misma bolsa le sirve para traer frutas, verduras, en este caso lleva hierbas (Makuy) para su consumo y plantas medicinales para sus pacientes. La agricultura es la principal alternativa para el bienestar de su economía familiar, de esa manera promueve su digna autonomía, en el cual refleja que la mujer es la principal defensora de la vida y de la madre tierra".

El tercer premio fue para esta imagen de los aimara, desde la zona sur de Perú: "Después de realizar una actividad en nuestra comunidad, es costumbre compartir nuestros alimentos. Nos hemos reunido para tejer nuestras artesanías Lupaca, y como es habitual hemos tendido nuestras incuñas y llicllas (mantas tejidas) en el centro. En ella hemos vaciado nuestro fiambre que contiene, principalmente, papa, chuño, quispiño de quinua, habas, maíz y torrejas. Va acompañado de un aderezo especial a base de queso y huevo, todos son productos naturales de la zona. Año tras año planificamos con anticipación qué alimentos vamos a producir y cómo vamos a prepararlos para que no solo sean nutritivos, sino ricos. Nos sentimos orgullosas de tener aún terrenos fértiles y sin contaminación, pues eso nos permite producir alimentos orgánicos".

La fotografía que recibió el primer premio es esta, del pueblo zapoteco en México. "Las mujeres indígenas de la mixteca oaxaqueña son pilares en la producción del café, realizan tradicionalmente la cosecha, limpieza y selección de los granos. De sus ventas obtienen el sustento familiar. En sus manos, no solo están marcadas las huellas del trabajo arduo sino también la conservación de sus recursos, cultura e historia; en sus ojos reflejan el amor por la tierra, este mismo amor que debe ser conservado y transmitido a las nuevas generaciones".

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